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Productividad

No me quiero ver más la cara en calls: cómo nos afecta el self-view en las videollamadas.

By 14 abril, 2021abril 26th, 2021No Comments

Las primeras herramientas de videollamadas no nos obligaban a mirarnos las caras todo el tiempo. Hoy el self-view es casi ineludible. ¿Qué pasó? ¿Cómo afecta al día a día de trabajo?

En 1968 salió 2001: Una odisea  del espacio dirigida por Stanley Kubrick. Ahí se ve un teléfono donde hacen videollamadas. Hay una imagen a color y full screen y la cámara sigue a la persona que está hablando. No se tienen que ver sus propias caras.

También en un capítulo un tanto futurista de los Simpsons que salió en 1995 aparece un teléfono de disco con pantalla para videollamadas. 

Los supersónicos hacen videollamadas en televisores que están por toda su casa, su oficina y sus naves espaciales. No se tienen que ver la cara. 

Hay muchos antecedentes. De hecho, el investigador y diseñador Joe Malia hizo una lista de teléfonos y dispositivos que permiten videollamadas en distintas películas. En ninguno se ve el self-view que hoy tienen Skype, Facetime, Zoom, Google Meet y tantas otras.

David Foster Wallace dice en Infinite Jest (una novela publicada en 1966): “al final hay algo terriblemente estresante en las interfaces de las videollamadas.. Las viejas y queridas conversaciones telefónicas de audio y nada más que audio te permitían suponer que la persona del otro lado te estaba prestando completa atención y, al mismo tiempo, te permitían no tener que demostrar que le estás prestando atención a la otra persona”. 

Esa puede ser una buena razón por la cual estamos absolutamente cansados de las videollamadas y nos da tanta tranquilidad hablar con la cámara apagada y una cinta scotch pegada encima por las dudas. Pero vamos a explorar otras hipótesis.

Verse la cara y verles las caras a otras personas no es una novedad en cuanto a tecnologías pero fue gracias al COVID que se masificó –personas que nunca jamás iban a conectarse a un Meet tuvieron que hacerlo– y se le empezó a prestar atención. Y cuando a las cosas se les presta atención aumenta la cantidad de papers, libros, notas y posts con tips en Instagram sobre por qué es importante sacarse el pijama para sumarse a una videollamada. También se publican artículos en el New York Times como este que viene con pasos para verte mejor en las videollamadas según Tom Ford (Gucci, Yves Saint Laurent).

Al mismo tiempo, las herramientas empezaron a hacer cosas “más locas” como permitir que los usuarios elijan fondos y filtros. Skype fue un paso más allá y armó esto: 

Pero, en general, ya no nos divierte vernos las caras ni siquiera cuando nos muestran sentados en gradas de piedra con un bosque de fondo. 

En el 2017, un estudio publicado en Computers and Human Behavior llegó a la conclusión de que había un impacto negativo en la performance de equipos y en la satisfacción personal que estaba dada, justamente, por el “self-view” de las videollamadas. Asociaron esto a dos factores: aumento de la autoconciencia y sobrecarga cognitiva. 

De acuerdo a este estudio, cuando uno se ve en una pantalla la atención vira de la tarea y el tema de la conversación hacia los gestos, el ambiente, la cara y los detalles que se ven en el self-view. Toda esa información genera una sobrecarga que disminuye la performance. Obviamente, aconsejan desactivar el self-view (solo Zoom lo permite al 100%) o apagar la cámara (muchas veces no se puede o “queda feo”). 

Otro paper de 2011 publicado en Consciousness and Cognition habla sobre el miedo que le da a algunas personas verse al espejo: “Cuando me veo en el espejo, me veo a mí mismo como los demás me ven. Me enfrento a la apariencia que les presento a los demás. De hecho, no solo me veo a mí mismo como los demás me ven, también me veo como si fuera otro, es decir, estoy adoptando una perspectiva alienante de mí mismo ”. 

También encontré varias notas que mencionan este miedo al verse al espejo y lo asocian con algo que denominan Zoom dysmorphia. Básicamente afirman que las reuniones en Zoom en muchas personas aumentaron la ansiedad, el estrés y la insatisfacción con su cuerpo. No es natural vernos la cara todo el tiempo. 

Obviamente, en el medio de una pandemia, la segunda ola, las nuevas restricciones y demás, las videollamadas van a seguir y las herramientas que existen hoy –al menos por ahora– están lejos de recrear la sensación de ver y hablar con alguien de verdad. 

Zoom, Skype, Google Meet y la mayoría de las plataformas de videollamadas son unidimensionales y usan cámaras de alcance limitado. Pero eso está empezando a cambiar y, cuando lo hagan, probablemente se repiense el self-view y la obligación de verse a uno mismo en la pantalla. 

Hay algunas ideas acercándose tímidamente como The Square, una pantalla con una multicámara que parece una ventana y da una perspectiva más 3D. Pero sí, claro, es bastante Gran Hermano y ¿quién quiere ocupar tanto espacio con esa pantalla?

Quizás lo importante es simplemente reconocer que hay algo raro en verse a uno mismo, que esa incomodidad existe y es válida y que lo que podemos hacer es tratar de buscar hacks para no tener que estar hablando con otra persona mientras pensamos en que el fondo de nuestra view podría estar más ordenado o ser más cool. 

Author agus

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